El faro está afianzado en la roca, no importa dónde se lo construya. Está ahí para una cosa: mostrar la luz.
El propósito de la luz a menudo es variado: A veces es un aviso, a veces está allí para atraer la atención y a veces está ahí para guiar. Cualquiera sea el propósito, siempre está anclado en la roca. Sólo puede mostrarte el camino, guiarte, pero no puede andar el camino por ti.
Cuando llegas a buen puerto, el faro no se sube en tu barco para festejar, pero se regocija silenciosamente y continúa sosteniendo la luz.
El faro no publica una declaración para decirles a otros que salvó un barco! Se queda en silencio y continúa, enclavado en la roca.
Algunas personas pasan por la vida de los demás intentando ayudar, guiar, tender la mano pero todo se derrumba cuando dejan el faro y suben al barco para festejar...
Otras en cambio ayudan en silencio, tocan e iluminan las vidas de muchos a su paso, no buscan ningún reconocimiento, solo dan de lo que tienen: LUZ. Esas personas son verdaderos faros no necesitan figurar, no necesitan ser aplaudidos, no necesitan que los adulen, ni que los hagan sentir importantes... Sólo siguen firmes en la roca y saben que su luz siempre será de ayuda para quien la necesite...
Esto es lo que hace un instructor espiritual en tu vida
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