martes, 5 de enero de 2021

Gracias por empacar mi paracaídas


Estaba empezando a recibir las vibraciones que se mueven en el aire cuando un texto empieza a tomar forma en el éter para plasmarse en palabras cuando me llegó un video.

Estaba madurando una idea sobre este 2020 que se esta terminando, repasando todo lo vivido, todo lo soportado. Para mi fue un año durísimo, el año más duro que me toco vivir en mis 47 años, un año visagra en el que sufrí mucho, y se que muchas personas también sufrieron, pero en los momentos de más sufrimiento recordé que si sufro es porque estoy vivo, si siento miedo, angustia, inseguridad es porque mi corazón late y tengo salud, tanta salud que me permito temer por en futuro. 

Todo lo que sentiste este año, lo bueno y lo malo, es porque estas vivo, porque tu corazón sigue latiendo y porque aún te quedan cosas por aprender, metas que alcanzar, sueños que concretar. 

A mi este año la vida me sacó de mi zona de confort, y eso me hizo valorar mucho más a los afectos, a las personas que me acompañaron y me acompañan en este proceso. A ellos, a todos ellos les doy gracias por su presencia, por su apoyo, porque sin ellos la caída hubiera sido muy dura, y gracias a su presencia en lugar de caer pude aterrizar.

Gracias a la familia, a los amigos que son la extensión de la familia, a los que se dieron cuenta que mi mirada estaba perdida y simplemente con su presencia me permitieron ver la profundidad de la vida hasta recordar que estamos de paso, que no existe el fracaso.

Que estamos vivos y lo que nos cuesta aceptar también es parte de la vida que nos corresponde vivir. A todos ellos, a los que reciben estas palabras, a mis seres queridos desencarnados, a los santos, a los guías, a los ángeles y los arcángeles gracias por empacar mi paracaídas.


Ale Flores
30 de Diciembre de 2020





Muchas felicidades


Cerrar un año es cerrar un ciclo, y todo ciclo que se cierra le da lugar a uno que se inicia. 

Todo final es también un principio. 

Todo está en constante cambio, y el cambio es evolución. 

Nos cuesta aceptar los cambios. 

Nos cuesta confiar en nosotros. 

Este año la vida nos mostró que poco sirve hacer planes, que lo que creemos seguro no es tal, que la vida es frágil, y que todos tenemos fecha de vencimiento. 

Este año todos lo vivimos como dentro de una montaña rusa de emociones. 

Estuvimos obligados a practicar el desapego, tuvimos que aprender a soltar, y poder liberarnos de estructuras, de ideas, de conceptos. 

Hicimos lo que pudimos, por momentos parecía que el temor vencería, y cuando llegó el momento de enfrentar los miedos nos aferramos a los incondicionales de siempre, los afectos, la familia, los amigos. 

La pandemia nos obligo a distanciarnos, no ofrecer un abrazo pasó a ser un acto de amor, pudimos profundizar en las miradas y en lo que ellas trasmiten, ya que fueron nuestros ojos los que quedaron al descubierto cuando nuestros barbijos nos impedían lucir nuestras sonrisas, aprendimos a sonreír con la mirada, a agradecer con la mirada. 

Logramos conectarnos más con nuestras emociones, con las necesidades de nuestros seres queridos, y pudimos acompañarlos más allá de la presencia física, más allá de las distancias. Pusimos en práctica valores que ya teníamos, incorporamos herramientas, nos tomamos nuestros tiempos para aprender, y para asistir. 

Este año que termina nos deja muchas cosas positivas, tal vez más de las que somos consientes, hemos adquirido habilidades que nos serán útiles de aquí en más. 

Conservemos nuestros valores, los adquiridos y los reconocidos, sigamos extendiendo nuestras manos a quienes lo necesitan, nunca sabemos en qué momento podemos necesitar del otro, lo que sí sabemos es que recibimos lo que damos, y que si no sembramos, jamás podremos cosechar. 

Esta es, tal vez, la circunstancia más difícil en la que me toca sentarme a escribir un mensaje, siento en mi pecho un cumulo de emociones encontradas, pero no quería dejar de hacerles llegar mi agradecimiento por sus presencias en mi vida, por el camino recorrido, y por el que vendrá, por los consejos, por las manos que me fueron extendidas, incluso agradecerles a quienes no respondieron mis llamados, ya que al hacerlo me obligaron a buscar las respuestas en otros lados, a transitar otros caminos que ya son parte del mapa que marca mi recorrido. Hay gente que cree que nadie es indispensable, yo creo que todos lo somos, que solo nosotros podemos desempeñar el rol que nos toca en los otros, que siempre sucede lo que debe suceder, que cada uno hace lo que puede, aunque muchas veces nos cueste entender. 

Que en el 2021 sigamos construyendo la empatía que puede salvar al mundo, porque nuestro mundo lo creamos desde nuestros pensamientos y emociones, y si vibramos alto nada malo nos puede pasar. 

Desde el lugar que me corresponda me propongo estar siempre a la altura y si no es así, espero que vos lo puedas aceptar. 



Muchas felicidades. 



Ale Flores 
Diciembre 2020